DOI 10.35381/noesisin.v7i14.354

 

Salud mental y accidentalidad en conductores de transporte público: Un enfoque teórico

 

Mental health and accidents in public transport drivers: A theoretical approach

 

 

 

Mirella Del Pilar Urrelo-Seijas

mirellaus@ucvvirtual.edu.pe

Universidad César Vallejo, Trujillo, La Libertad

Perú

https://orcid.org/0000-0003-2482-7339

 

 

 

 

 

 

 

Recibido: 15 de marzo 2025

Revisado: 12 de abril 2025

Aprobado: 15 de junio 2025

Publicado: 01 de julio 2025

 


 

RESUMEN

En este artículo se analizó la relación entre la salud mental de los conductores de transporte público y la accidentalidad en el tránsito, con un enfoque en los trastornos psicológicos como el estrés, la ansiedad y el síndrome de Burnout. A través de un diseño de investigación documental y de carácter teórico, se extrajeron lecciones aprendidas de estudios internacionales. La técnica empleada fue la revisión bibliográfica sistemática y, como instrumentos, se emplearon fichas de registro. Como resultado, se señaló la necesidad de implementar programas de apoyo psicológico, regular las jornadas laborales y mejorar la infraestructura vial. El artículo concluyó que un enfoque integral y colaborativo entre gobiernos, empresas de transporte y organismos de salud ha sido esencial para mejorar tanto la seguridad en las carreteras como el bienestar de los conductores, destacando la posibilidad futura de utilizar tecnologías inteligentes para monitorear el estado mental en tiempo real. 

 

Descriptores: Salud mental; conductores de transporte público; accidentalidad; estrés laboral; seguridad vial. (Tesauro UNESCO).

 

 

 

ABSTRACT

This article analysed the relationship between the mental health of public transport drivers and traffic accidents, with a focus on psychological disorders such as stress, anxiety, and Burnout syndrome. Through a documentary and theoretical research design, lessons learned from international studies were extracted. The technique used was the systematic literature review and, as instruments, record cards were used. As a result, the need to implement psychological support programs, regulate working hours and improve road infrastructure was pointed out. The article concluded that a comprehensive and collaborative approach between governments, transport companies and health agencies has been essential to improve both road safety and driver wellbeing, highlighting the future possibility of using intelligent technologies to monitor mental state in real time.

 

Descriptors: Mental health; public transport drivers; accident rate; occupational stress; road safety. (UNESCO Thesaurus).

 

 

 


INTRODUCCIÓN

La salud mental es un componente esencial del bienestar que influye en diversas áreas de la vida diaria, incluidas las actividades laborales de alta responsabilidad, como la conducción de vehículos de transporte público (Arias, Comte, Donoso, Gómez, Luengo, & Morales, 2021; Noroña, & Vega, 2022; Procel, Granizo, & Santos, 2023). Los conductores, sometidos a largas jornadas, presión laboral y condiciones estresantes, son particularmente vulnerables a desarrollar trastornos de salud mental, como el estrés, la ansiedad y el síndrome de Burnout, lo que a su vez puede afectar su desempeño y aumentar el riesgo de accidentes de tránsito (Noroña, & Vega, 2022; Chen, & Sih, 2024; San & Arranz, 2024).

A este respecto, se han evidenciado accidentes de personas en estado de embriaguez, siendo esta la ocasión propicia para enfatizar las normativas de tránsito, a fin de hacer cumplir las leyes en pro del fomento del respeto y la buena conducta ciudadana (Cruz, Pozo, & Gómez, 2020; Aguilera, & Alcívar, 2024).

La salud mental hace referencia a un estado de bienestar en el cual los individuos pueden hacer frente a las tensiones normales de la vida y contribuir a su comunidad (Procel, Granizo, & Santos, 2023). Por su parte, Dioses, Morales, González, & Albarrán (2024) resaltan la importancia de la función competitiva que podrían asumir los conductores del transporte al recibir una atención psicológica, lo cual aplicaría también para los conductores de autos particulares, ya que todos circulan por las calles y requieren desempeñar una conducta intachable (Yarto & Badillo, 2024).

Por otra parte, en el contexto laboral, los factores de riesgo psicosocial y la escasa constitución de políticas preventivas, aunado a la carga de trabajo excesiva, el estrés crónico, y la falta de control sobre las condiciones laborales, pueden afectar la salud mental de los trabajadores, incluidos los conductores de transporte público (Noroña, & Vega, 2022; Yarto & Badillo, 2024; Chen, & Sih, 2024). A nivel individual, el estrés y la fatiga son respuestas comunes ante la carga laboral, mientras que factores como el aislamiento social, la precariedad laboral y los largos periodos de conducción sin descanso contribuyen al deterioro psicológico (Noroña, & Vega, 2022; Chen, & Sih, 2024).

La relación entre la salud mental y los accidentes de tránsito ha sido ampliamente estudiada, tanto del transporte público como del tránsito en general (Arias et al., 2021; Yarto & Badillo, 2024). Diversas investigaciones demuestran que los trastornos psicológicos, como la ansiedad y el estrés, afectan negativamente la toma de decisiones y la capacidad de reacción de los conductores (Chen, & Sih, 2024; San & Arranz, 2024). Estos trastornos, exacerbados por las condiciones laborales adversas, aumentan la probabilidad de errores humanos, una de las principales causas de accidentes de tránsito (San & Arranz, 2024). Por ejemplo, diversos estudios han identificado altos niveles de estrés y Burnout entre conductores de transporte público, asociando estos factores con una mayor incidencia de accidentes (Yarto & Badillo, 2024; Chen, & Sih, 2024). Por este motivo, la seguridad vial es un tema de interés para la sociedad, por sus implicaciones y consecuencias en cuanto al costo social, económico y en la salud pública.

Cabe destacar que las conductas se forman a partir de la relación existente entre los conocimientos, pensamientos y creencias (aspectos cognitivos), los sentimientos y emociones (aspectos afectivos) y las intenciones y comportamientos exhibidos (aspectos conductuales), con respecto a un objeto, evento, situación o persona (Escandón, & Valbuena, 2022; Hurtado, Villa, Caicedo & Isea, 2024). Asimismo, la conducta hacia la seguridad vial se refiere a la inclinación de los individuos (conductor, peatón) a asumir un tipo de comportamiento (protector o de riesgo) en la vía, mediado por sus sentimientos, conocimientos, creencias y hábitos, los cuales pueden minimizar y reducir o, por el contrario, aumentar las posibilidades de sufrir un siniestro vial, que pueda comprometer su integridad y la de quienes le rodean. (Wang, Shao, Zhu, Xu & Zheng, 2024).

En general, la conducta protectora concierne con las destrezas de adaptación que los individuos utilizan para el manejo y control de la situación, es decir, con reacciones en los comportamientos que desempeñan para conservar su salud, su integridad y su vida (León, Esquiagola, Nagamine & Díaz, 2025).

La accidentalidad vial se puede analizar en varias fases: la percepción del riesgo, la toma de decisiones y el evento mismo. En cada una de estas etapas, los trastornos mentales pueden interferir con las habilidades de los conductores para identificar y gestionar situaciones peligrosas (Urrelo, & Recalde, 2024; San & Arranz, 2024). Por ejemplo, la fatiga mental reduce la capacidad de respuesta ante peligros inminentes, mientras que el estrés continuo afecta negativamente la concentración y la toma de decisiones al volante (Chen, & Sih, 2024).

Uno de los hallazgos clave en la literatura es que los trastornos de salud mental en conductores de transporte público son una problemática global que afecta tanto a países desarrollados como en desarrollo (Yarto & Badillo, 2024; San & Arranz, 2024). Se ha observado que las condiciones laborales precarias, junto con la presión por cumplir con tiempos de viaje estrictos que causan fatiga, contribuyen significativamente a los altos niveles de estrés entre los conductores (Noroña, & Vega, 2022; Chen, & Sih, 2024). Además, la falta de programas de apoyo psicológico y la escasa atención a la salud mental en el ámbito del transporte público han sido identificadas como barreras para la prevención de accidentes (Urrelo, & Recalde, 2024; Yarto & Badillo, 2024). Las investigaciones indican que los sistemas de transporte público a menudo no están equipados con políticas adecuadas para monitorear y gestionar la salud mental de los conductores, lo que agrava la situación. Por otro lado, se ha aprendido que la intervención temprana mediante programas de bienestar laboral y apoyo psicológico puede reducir la prevalencia de trastornos mentales y mejorar la seguridad en las carreteras (Procel, Granizo, & Santos, 2023; Urrelo, & Recalde, 2024; San & Arranz, 2024).

Considerando todo el planteamiento previo, el presente artículo tuvo como objetivo realizar una revisión teórica sobre la relación entre la salud mental de los conductores de transporte público y la accidentalidad, identificando lecciones aprendidas y proponiendo recomendaciones para mejorar la seguridad vial y el bienestar de los conductores (Procel, Granizo, & Santos, 2023; Urrelo, & Recalde, 2024; Yarto & Badillo, 2024). Desde esta perspectiva, se destaca cómo las condiciones laborales adversas, la carga de trabajo excesiva y la falta de apoyo psicosocial incrementan el riesgo de accidentes de tránsito debido a la disminución de la capacidad de respuesta y a la toma de decisiones de los conductores.

 

MÉTODO

El presente estudio se desarrolló bajo un enfoque cualitativo, con un diseño de investigación documental y de carácter teórico, orientado a recopilar, analizar y sistematizar la información concerniente a la relación entre la salud mental y la accidentalidad en conductores de transporte público. Su finalidad fue identificar factores de riesgo y variables asociadas que permitieran comprender el impacto del estado psicológico en la siniestralidad vial dentro de este sector.

La técnica empleada fue la revisión bibliográfica sistemática a través de las bases de datos académicas reconocidas como: Scopus, SciELO, Redalyc, y Web of Science. Se utilizaron como instrumentos fichas de registro, en las cuales se organizaron los estudios seleccionados según autor, año, país, tipo de estudio, población, variables tratadas y principales hallazgos. Para la selección de los artículos, se consideró lo siguiente como criterios de inclusión:

 

Como criterios de exclusión, se tomó en cuenta lo que sigue:

 

 

RESULTADOS

Tras la revisión documental y análisis de los estudios seleccionados, se identificaron cinco categorías emergentes que evidenciaron la relación entre la salud mental y la accidentalidad en conductores de transporte público. A continuación, se describen cada una con sus respectivas figuras y análisis.

De acuerdo con la figura 1, varios estudios coinciden en afirmar que el estrés constante asociado a largas jornadas, presiones por cumplir rutas y condiciones de tránsito adversas, genera una disminución en la capacidad de atención, en la toma de decisiones y en los reflejos, lo que incrementa la probabilidad de accidentes. (Noroña, & Vega, 2022; Chen, & Sih, 2024).

 

 

Figura 1. Estrés laboral crónico y desempeño al volante.

Elaboración: El autor.

 

 

En atención a la figura 2, la acumulación de fatiga mental y física por exceso de horas al volante deteriora los procesos cognitivos como la concentración y la vigilancia. Esto representa un factor de riesgo directo para la seguridad vial (Noroña, & Vega, 2022; Chen, & Sih, 2024).

 

Figura 2. Fatiga mental y tiempos de conducción prolongados.

Elaboración: El autor.

 

De acuerdo con la figura 3, la ansiedad no tratada en conductores puede manifestarse en conductas como el exceso de velocidad, la agresividad vial o la toma de decisiones riesgosas (Chen, & Sih, 2024; San & Arranz, 2024). Este perfil emocional representa una amenaza para la conducción segura.

 

 

Figura 3. Ansiedad y conductas impulsivas al conducir.

Elaboración: El autor.

Según la figura 4, uno de los aspectos que emergió como aspecto relevante fue el uso de alcohol o psicofármacos como forma de evasión ante cuadros depresivos o estrés no diagnosticado, haciéndose presente en algunos sectores del transporte público. Esto reduce el control psicomotor y la percepción del riesgo.

 

 

Figura 4. Consumo de sustancias y deterioro emocional.

Elaboración: El autor.

 

Según la figura 5, la carencia de programas de apoyo emocional, asistencia psicológica y prevención del desgaste profesional contribuye al deterioro de la salud mental de los conductores, generando efectos acumulativos a largo plazo.

 

 

Figura 5. Falta de apoyo psicosocial e institucional.

Elaboración: El autor.

 

DISCUSIÓN

Los resultados del presente estudio documental revelan una vinculación directa y significativa entre los estados de salud mental y la incidencia de accidentes viales en conductores de transporte público. Esta relación se manifiesta en múltiples dimensiones, siendo el estrés laboral crónico y la fatiga mental dos de los factores más consistentes en la literatura revisada.

Una de las principales tensiones observadas radica en las condiciones estructurales del trabajo en el transporte público: horarios extendidos, presión por productividad, tráfico intenso y escaso descanso, los cuales generan un entorno propenso al desgaste emocional. En este sentido, los estudios coinciden en aseverar que la sobrecarga laboral y la falta de espacios de contención emocional contribuyen al deterioro progresivo de la salud mental del conductor (Noroña, & Vega, 2022; Chen, & Sih, 2024).

Otro dato relevante es la falta de intervenciones preventivas, tanto desde las empresas de transporte como desde las políticas públicas. A pesar de los trastornos evidenciados como la ansiedad o la fatiga cognitiva, las cuales afectan negativamente la atención, la capacidad de reacción y la estabilidad emocional del conductor, son escasas las estrategias institucionalizadas para detectar, acompañar o rehabilitar a los trabajadores afectados.

Asimismo, el análisis de los documentos evidenció que los conductores con problemas de salud mental no siempre son conscientes del impacto que sus estados emocionales pueden tener sobre la seguridad vial. Esto revela una necesidad urgente de educación y sensibilización en salud mental ocupacional, así como una formación sobre autocuidado y detección temprana de signos de agotamiento o disfunción psicológica.

De igual forma, se identificó una brecha importante entre los hallazgos científicos y las acciones de las autoridades de transporte, lo cual implica un riesgo estructural sostenido. Si bien algunos países han comenzado a implementar protocolos psico-laborales para este gremio, aún son pocos los contextos donde se aborde el fenómeno desde una perspectiva integral e interdisciplinaria.

Finalmente, el estudio permitió afirmar que la salud mental de los conductores incide en su bienestar individual, constituyendo un determinante colectivo de la seguridad vial. Por tanto, su abordaje debe ser considerado una prioridad estratégica en la prevención de accidentes y la mejora del servicio de transporte público.

 

CONCLUSIONES

La revisión teórica realizada muestra que la salud mental de los conductores de transporte público es uno de los factores cruciales en la prevención de accidentes de tránsito (Yarto & Badillo, 2024; Golestani et al., 2024). Los altos niveles de estrés, ansiedad y fatiga, exacerbados por las condiciones laborales, tienen un impacto directo en la seguridad vial (Noroña, & Vega, 2022; Chen, & Sih, 2024). Se ha identificado una necesidad urgente de desarrollar políticas integrales que aborden tanto el bienestar psicológico de los conductores como la mejora de las condiciones laborales y la infraestructura vial (Procel, Granizo, & Santos, 2023).

En el futuro, es esencial que los gobiernos, las empresas de transporte y los organismos de salud colaboren para implementar programas de apoyo psicosocial y mejorar las condiciones de trabajo en el sector del transporte público (Urrelo, & Recalde, 2024). Además, las investigaciones futuras deben centrarse en la identificación de intervenciones específicas que puedan reducir los niveles de estrés y mejorar la capacidad de respuesta de los conductores ante situaciones peligrosas (Chen, & Sih, 2024). Finalmente, se prevé que la integración de tecnologías inteligentes en los sistemas de transporte, como el monitoreo en tiempo real de los estados mentales de los conductores, puede ser una herramienta clave para mejorar la seguridad vial y reducir los accidentes de tránsito causados por problemas de salud mental.

La evidencia documental analizada también confirma que existe una relación directa entre la salud mental y la accidentalidad en conductores de transporte público. Factores como el estrés crónico, la fatiga mental, la ansiedad y el consumo de sustancias alteran negativamente las funciones cognitivas y comportamentales necesarias para una conducción segura (Noroña, & Vega, 2022; Chen, & Sih, 2024).

De igual modo, las condiciones laborales propias del sector (jornadas extensas, presión por el cumplimiento de rutas y escaso apoyo institucional) constituyeron factores de riesgo psicosocial que han deteriorado progresivamente la estabilidad emocional de los trabajadores.

Se identificó, además, una ausencia sistemática de políticas públicas y empresariales para la atención de la salud mental como una dimensión estratégica para la seguridad vial. La escasa atención preventiva refuerza un ciclo de vulnerabilidad estructural.

El estudio también evidenció que muchos conductores no han contado con formación ni con herramientas para identificar señales tempranas de deterioro emocional, lo que ha impedido acciones de autocuidado o búsqueda de ayuda profesional.

Se concluyó que la salud mental en este gremio no debe concebirse como una responsabilidad individual, sino como un elemento central en el diseño de programas integrales de seguridad laboral y vial.

En atención a lo expuesto, es esencial recomendar a los gobiernos y a las empresas de transporte público, la implementación de programas de apoyo psicológico para los conductores, que incluyan evaluaciones periódicas de salud mental, asistencias de consejería y estrategias para el manejo del estrés, a fin de ofrecer un mejor servicio al cliente (Yanzaguano, Garcé, & Aldaz, 2022; León, et al., 2025; Urrelo, & Recalde, 2024).

Es fundamental también regular las horas de trabajo de los conductores, a fin de evitar la fatiga crónica. Esto incluye la implementación de tiempos de descanso adecuados entre turnos y la prohibición de jornadas laborales excesivas (Noroña, & Vega, 2022).

Asimismo, los conductores deben recibir capacitación en técnicas de manejo del estrés y habilidades de afrontamiento para mejorar su resiliencia frente a las demandas del trabajo (León, et al., 2025; Chen, & Sih, 2024).

A nivel gubernamental, se debe priorizar la inversión en infraestructura vial, reduciendo las condiciones que generan estrés adicional, como el mal estado de las carreteras o la congestión vehicular (Chen, & Sih, 2024). Por ende, en cuanto a la gestión administrativa, se debe invertir en vialidad, a fin de mantener las calles de cada comunidad en óptimas condiciones (Bolaños, & Ruiz, 2024).

Se recomienda promover más investigaciones sobre la relación entre salud mental y accidentalidad, con el objetivo de desarrollar políticas de prevención y control basadas en evidencias (Urrelo, & Recalde, 2024; Golestani et al., 2024; Chamorro, Hurtado, Chamorro, Isea, 2024).

De igual manera, se deberían fomentar los valores mediante una cultura basada en el respeto y la consideración de las normativas de tránsito, a fin de evitar los accidentes que hasta el día de hoy han afectado la nación (Aguilera, & Alcívar, 2024).

Por otro lado, se debería incluir la educación en salud mental y autocuidado emocional en la formación y actualización profesional de los conductores, para fomentar la autorregulación y la prevención del desgaste, estableciendo límites normativos a las horas de conducción continua con controles que velen por el cumplimiento de estas disposiciones.

Es importante desarrollar políticas públicas intersectoriales que articulen los ministerios de salud, transporte y trabajo, con el objetivo de diseñar estrategias integrales de seguridad vial desde una perspectiva psicosocial.

Finalmente, se sugiere el fomento de más investigaciones empíricas y longitudinales, al objeto de profundizar en la relación causal entre salud mental y siniestralidad vial y en función de orientar el diseño de políticas basadas en las distintas situaciones del quehacer diario.

 

FINANCIAMIENTO

No monetario.

 

AGRADECIMIENTOS

Gracias a todos los colaboradores de la presente investigación, por sus valiosos aportes.

 

REFERENCIAS CONSULTADAS

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